24 de octubre es el "Día de las Bibliotecas" y para conmemorarlo Extremadura, entre otras actividades, difunde un cartel que contiene un mensaje o pregón a cargo en esta ocasión de Pilar López Ávila y que incluye una ilustración que este año es de Leticia Ruifernández. Sirva este día como impulso, como reconocimiento a la impagable labor que desempeñan las Bibliotecas en la difusión de la cultura no sólo propiciando la lectura sino como potenciadoras de otras muchas propuestas: exposiciones, encuentros, espacio de estudio e investigación...
Reconozcamos pues el importante papel que tienen en nuestra vida cotidiana y procuremos dispongan de personal suficiente y preparado, que dispongan de la dotación económica adecuada a su actividad.

Cartel con la ilustración de Leticia Ruifernández
BIBLIOTECAS PREGONERAS
de PILAR LÓPEZ ÁVILA
Me gustaba, cuando era más joven,
escuchar al sillero.
El sillero era un hombre que iba con un
fardo cargado de eneas -también llamadas espadañas, y que recogía seguramente
en la ribera de algún arroyo-, voceando su oficio por las calles.
“El silleroooooo”, anunciaba a voz en
grito, pregonando: “Se arreglan sillas, mecedoras, taburetes, cestos…”. A mí me
encantaba asomarme al balcón y descubrirlo, su pregón lo delataba, y en una
ocasión vi cómo reparaba el asiento de una de esas antiguas sillas de enea.
Había otros artesanos que pregonaban su
mercancía o su oficio por las calles: el mielero, el vendedor de sandías y
melones, el afilador, y en este caso era la melodía de su flauta de Pan la que
pregonaba por él.
Según el diccionario, el pregón es la
promulgación en voz alta de algo que conviene que todos sepan; y también es el
discurso elogioso en que se anuncia al público la celebración de una festividad
y se le incita a participar en ella. Por ende, el pregonero o pregonera es
quien publica o divulga en alta voz los pregones y hace notorio lo que se
quiere hacer saber a todos. Han sido los pregoneros, desde antaño, los
encargados de anunciar los acontecimientos, de dar avisos o informar al
vecindario sobre cuestiones importantes, de ofrecer servicios o mercancías.
Hasta el viento, de forma simbólica,
aparece en los cuentos como pregonero. Portador de noticias, recorre las
ciudades, vuela luego sobre los montes y los valles, sobre los océanos que
bañan el otro lado del mundo, entra por las ventanas abiertas de las casas,
atesora historias que susurra al oído de quien esté dispuesto a escucharlas.
En esta ocasión, he tenido la suerte de
ser la pregonera del Día de la
Biblioteca, y como tal, me he propuesto llevar a cabo lo
mejor posible mi cometido, así que vengo a anunciar en voz alta, a los cuatro
vientos, que las bibliotecas guardan en su seno algo muy preciado, más valioso
que los diamantes de Simbad el marino, que el tesoro de un cofre escondido por
algún pirata con pata de palo en una isla desierta, que las inmensas riquezas
de Aladino, o que las ricas telas de la cueva de Alí Babá. Las bibliotecas
atesoran, como el viento, historias de amor y aventuras, de guerras y locuras,
de humor e inconsolable tristeza, de vidas y lugares que nunca viviremos y en
los que nunca estaremos, y que solo podremos imaginar. Historias escritas en
libros para todo el que quiera leerlas.
Hoy os anuncio la celebración de esta
festividad, y quiero contaros además que las bibliotecas no son únicamente
lugares donde encontrar libros, discos, películas o revistas, sino que también
son pregoneras, y las personas que en ellas trabajan, las bibliotecarias y los
bibliotecarios, invitan al público a participar en multitud de actividades para
que esas historias lleguen lejos, más allá de los estantes y las paredes en las
que se guardan.
Desde clubes donde se comparten
opiniones sobre lo leído, hasta cuentacuentos para que los más pequeños
escuchen las historias del viento; desde presentaciones de libros, hasta
resultados de investigaciones bibliográficas, celebraciones de días
relacionados con la lectura, exposiciones, charlas…
Como feliz pregonera de este día, os
anuncio que leer es uno de los actos más gozosos en los que se puede embarcar
una persona, os animo a que vayáis a las bibliotecas con los ojos y los oídos
bien abiertos, con disposición a escuchar, ver, sentir todo lo que os quieran
contar los que en ellas habitan. Y que al salir pregonéis lo que habéis visto,
leído y oído, para que os convirtáis así en personas pregoneras, y vuestras
palabras viajen lo más lejos posible, a los lugares a los que ni siquiera llega
el viento.