Como cada año, octubre es el mes de las Bibliotecas y el 24 de este mes es el día elegido para centrar los actos de homenaje a las mismas.
Para esta entrada traemos dos mensajes, el primero lo difunde la asociación "Amigos del Libro infantil y juvenil" y nos llega de la mano del escritor Antonio Rodríguez Almodóvar y con ilustración de Carme Solé. El mensaje es un cálido homenaje a Ana María Matute.
Extremadura, desde hace unos años y en su Plan de Fomento de la Lectura, publica también un cartel con su correspondiente mensaje que en esta ocasión nos llega de la mano de la joven escritora Lucía González Lavado. Aquí os dejamos los dos para que disfrutéis con la lectura de los mismos.
PREGÓN HOMENAJE A ANA MARÍA MATUTE
por Antonio Rodríguez Almodóvar
¡Ana María, despierta!-
El príncipe se quedó contemplándola. Era guapa, el pelo negro, los ojos grandes, la boca carnosa. Luego la sacudió suavemente, por un hombro. Insistió: -Vamos, mujer, que ya es hora.
Ana María, solo después de un rato, empezó a moverse. Primero movió un dedo, luego una ceja, luego entreabrió un ojo.
-¿Y tú… quién… eres? –preguntó, no sin gran esfuerzo.
-¡Soy el Príncipe Azul!
-¿El qué?
-El príncipe… ¿No te acuerdas? Tenemos que amarnos.
-¿Es obligatorio?
-Claro, lo manda la tradición.
-¡Pues entonces vete a hacer gárgaras!
Ana María se giró hacia un lado y volvió a dormirse. El príncipe quedó sumamente desconcertado. Se incorporó del filo del lecho y se puso a pasear la estancia.Vio las telarañas del tiempo colgando de los pesados cortinajes, vio a un par de alabarderos durmiendo de pie, la nariz del uno apoyada en la nariz del otro. Vio, o mejor dicho, escuchó la estridente sinfonía de ronquidos que le llegaban de todas partes de aquel palacio encantado; ronquidos atronadores de guardianes forzudos, ronquidos silbantes de cocineros exquisitos, ronquidos trascendentes de capellanes gordinflones, ronquidos, ronquidos… Como que tuvo que taparse las orejas para no ser víctima de aquel terremoto sónico… y entonces se dio cuenta: ¡el fuego de la chimenea también dormía! Se acercó, aproximó una mano a aquellas llamas petrificadas y quedó ensimismado… Luego de un tiempo incontable, levantó la vista y vio sobre la repisa una hilera de libros. Eran libros de cuentos, los únicos objetos de aquel lugar que no habían acumulado polvo ni telarañas. Con un temblique en el dedo índice de la mano derecha, impropio de todo un príncipe, fue recorriendo los títulos: Cuentos de antaño, de Charles Perrault, Cuentos de los hermanos Grimm,
Cuentos de H. C. Andersen, Cuentos de Ana María Matute... Al leer este último, el corazón empezó a repicarle. Sacó el libro y lo abrió. Al azar fue leyendo: “Todos nos acostamos con el lobo, pero lo que no podemos hacer es confundirlo con la abuelita.” “La infancia es más larga que la vida”. “El que no ama está muerto”.
Justo al acabar esta frase, cesaron los ronquidos y el fuego de la chimenea cobró repentina vitalidad. El príncipe se apartó.
-Eso, ahora ponte a curiosear en mis cosas -oyó a sus espaldas. Levantó un poco más la vista y vio, en el espejo de la chimenea, cómo se incorporaba en su magnífico lecho una dama todavía más magnífica. Casi cien años de edad, el pelo totalmente blanco y la sonrisa totalmente pura. -¿Se puede saber qué día es hoy?
-¿Hoy? -El príncipe no tenía ni la menor idea.
-¡Me acabo de acordar!- Exclamó ella-. ¡Es 24 de octubre, día de la Biblioteca! ¡No te quedes ahí pasmao, que los niños nos están esperando! ¡Vamos, Príncipe Azul, mueve el culo!

Magia en las letras
de Lucía González Lavado
¡Viajes y aventuras!
Solemos pensar en ellos como algo difícil de alcanzar, actividades que
deben organizarse con tiempo, planeadas hasta el mínimo detalle y que en
muchas ocasiones, nos dejamos vencer por la tristeza al pensar que solo
unos pocos afortunados pueden llevarlos a cabo.
¡Pero nos equivocamos!
Todos hemos vivido aventuras, viajes inimaginables, amores prohibidos
e incluso hemos conocido a más personas de las que en realidad creemos.
Y todo ello desde la comodidad de nuestro sillón favorito, acurrucados
entre mantas una fría noche de invierno o una tarde lluviosa. Porque no hay nada más mágico y al alcance de todos que el poder que transmiten las letras.
Gracias a los libros podemos conocer otros países, otras culturas y
otras vidas. Solo tenemos que abrir una novela, permitir que nos
envuelva el aroma del papel, ese perfume que tanto nos apasiona a los
amantes de la lectura, y dejarnos llevar por el misterio que, página
tras página, nos traslada a vivir otra realidad.
Cuando lo deseemos, en cualquier momento, a la hora que sea, podemos
traspasar las fronteras del espacio y el tiempo. Ser lo que queramos. Un
detective en el siglo XVIII, un héroe que se enfrenta a sus mayores
miedos o algo tan fantástico e irreal como ser el jinete de un dragón en plena Edad Media, o por qué no, un villano que, por amor, lo deje todo.
Ese es el poder de las letras. Pues un libro no consta solo páginas,
son la herramienta para hacernos soñar, alas a nuestro alcance, capaces
de trasladarnos a donde deseemos.
Como escritora, cuando plasmo una nueva historia, sobre todo pienso
en mis lectores y en proporcionarles algo diferente. Me gusta la
fantasía, la magia y crear mundos que hasta el momento solo estaban en
mi cabeza y que anhelo compartir.
Utilizo mis palabras como puente, como un salvoconducto para transportar a todos aquellos que me leen a vivir aventuras.
Les invito a acompañar a personajes valientes, protagonistas de armas
tomar que se enfrentan a la vida y a los problemas y todo ello aderezado
con amor, fantasía y bellos mundos que no tienen cabida en nuestro día a
día.
Pero antes de ser escritora, también soy lectora. Y admiro el trabajo
de mis compañeros de profesión, del poder que unas letras pueden
adquirir. Pues ellos fueron quienes me adiestraron de pequeña e
influyeron para que me convirtiera en la persona que soy hoy en día.
Gracias a escritores y escritoras viví decenas de aventuras,
pasé miedo, viajé a mundos donde la magia existía y en muchas ocasiones
acompañé a valientes detectives que ponían en peligro sus vidas para
desentrañar un crimen e intentar comprender la mente humana.
Un libro es mucho más que un centenar de páginas
ante nosotros, esperando ser leídas. Vivimos en unos tiempos donde la
realidad pesa demasiado sobre nuestros hombros. Donde en muchas
ocasiones se nos priva de soñar o fantasear y es algo que no debemos
permitir.
En una época donde la tecnología avanza a pasos agigantados, no hemos
de olvidar los lugares donde, a nuestro alcance, se encuentran las
mayores historias jamás contadas.
Hablo de un lugar amado por muchos, repleto de libros, de estantes
llenos de estos, donde uno disfruta deslizando sus dedos entre los lomos
de todas las novelas, deteniéndonos por un instante frente a esas
historias, ojearlas y descubrir qué nos oculta.
¡Bibliotecas!
Espacios que debemos conservar. Para mí fueron uno de los lugares que
más me enternecieron durante mi infancia. Adoraba el silencio, la calma
que se respira en ellas, interrumpida en ocasiones por murmullos, los
cuales no rompían la magia del lugar, sino todo lo contrario.
Y sobre todo amaba las letras que allí me esperaban, deseando ser
leídas y durante un tiempo, llenar de magia e imaginación, a quien lo
tuviera en sus manos.
Porque a pesar de lo que se diga, no hay nada más apasionante que sumergirte en una novela,
solo has de encontrar la apropiada, aquella que está escrita para ti y
te abrirá los ojos a la mayor experiencia que jamás hayas vivido.
Por ello, a todos los que me leéis, os invito a entrar en una
biblioteca. Disfrutad de su calma, del silencio, y como yo hice de niña,
desliza tus dedos entre los ejemplares que tienes ante ti, escoge uno
y… ¡vive la magia de las letras!